Como os dijimos
al hablar de la Nike Air Trainer I en esta sección, aquí nos dedicaremos
a aquellas zapas que han sido míticas para nosotros. Porque salvo con
ciertos modelos que seguro que todos tendréis en mente al leer esto, no
siempre hay unanimidad sobre si una zapa puede ser considerada de manera
objetiva como un modelo mítico. Por tanto, es algo puramente subjetivo.
Es curioso como me enamoré/obsesioné con la zapa de la que os voy a hablar. En realidad no tiene mucho misterio, pero cuando uno recuerda estas historietas en plan abuelo cebolleta se da cuenta de que en el fondo sí que son historias que al menos uno recuerda con cariño y con nostalgia.
Corría el año 1985 cuando un niño de 11 años, o sea, yo, fue al cine con sus amigos por el cumpleaños de uno de mis amigos. Fue un día muy excitante, porque nuestros padres nos dejaron en la puerta del cine y entramos por primera vez el grupo de amigos solos, sin padres, con lo que llevábamos días soñando con ese momento. La película prometía, había oído hablar de ella a mi primo de Alemania y tenía unas ganas locas de verla: Regreso al Futuro. Se convirtió en mi película preferida de todos los tiempos. Salí absolutamente anonadado del cine y con ganas de verla otra vez por si me había perdido algún detalle. Pero hubo detalles importantes que no me perdí. Me di cuenta perfectamente de las Nike Bruin de Marty McFly y las Nike doradas que llevaba el científico loco amigo de Marty, Emmett Brown. No sabía qué modelo era, pero me quedé perdidamente enamorado de ellas.
Por aquel entonces era mucho más difícil averiguar las cosas que ahora, puesto que no existía Internet, con lo que las cosas se averiguaban preguntando a los amigos o los primos. Nadie me supo decir qué modelo de zapatilla era. Pero a veces la suerte se alía con uno en el momento que menos se lo espera. Como ya he contado por aquí varias veces, tengo familia en Alemania y viajo allí al menos una vez al año. En julio del año siguiente fuimos a Alemania como todos los años y yo seguía obsesionado con la idea de encontrar esas zapas de Doc Brown cuyo nombre desconocía.
Es curioso como me enamoré/obsesioné con la zapa de la que os voy a hablar. En realidad no tiene mucho misterio, pero cuando uno recuerda estas historietas en plan abuelo cebolleta se da cuenta de que en el fondo sí que son historias que al menos uno recuerda con cariño y con nostalgia.
Corría el año 1985 cuando un niño de 11 años, o sea, yo, fue al cine con sus amigos por el cumpleaños de uno de mis amigos. Fue un día muy excitante, porque nuestros padres nos dejaron en la puerta del cine y entramos por primera vez el grupo de amigos solos, sin padres, con lo que llevábamos días soñando con ese momento. La película prometía, había oído hablar de ella a mi primo de Alemania y tenía unas ganas locas de verla: Regreso al Futuro. Se convirtió en mi película preferida de todos los tiempos. Salí absolutamente anonadado del cine y con ganas de verla otra vez por si me había perdido algún detalle. Pero hubo detalles importantes que no me perdí. Me di cuenta perfectamente de las Nike Bruin de Marty McFly y las Nike doradas que llevaba el científico loco amigo de Marty, Emmett Brown. No sabía qué modelo era, pero me quedé perdidamente enamorado de ellas.
Por aquel entonces era mucho más difícil averiguar las cosas que ahora, puesto que no existía Internet, con lo que las cosas se averiguaban preguntando a los amigos o los primos. Nadie me supo decir qué modelo de zapatilla era. Pero a veces la suerte se alía con uno en el momento que menos se lo espera. Como ya he contado por aquí varias veces, tengo familia en Alemania y viajo allí al menos una vez al año. En julio del año siguiente fuimos a Alemania como todos los años y yo seguía obsesionado con la idea de encontrar esas zapas de Doc Brown cuyo nombre desconocía.
Sin muchas
esperanzas fui a hacer el típico recorrido de tiendas de zapas de la
ciudad de mis tíos. No vi las dichosas zapas del científico loco de
Regreso al Futuro por ninguna parte. Cansado y sediento me senté a tomar
una Coca Cola grande con mi padre en una terraza en la calle comercial
de Branschweig. Mi padre ya estaba harto de buscar las dichosas zapas y
creo que aún más de oírme. De repente, desde la terraza de aquel bar, vi
una tienda nueva que debían haber abierto ese año: Runners Point (ya os
he hablado de ella en otras entradas). Terminé la Coca Cola corriendo y
cruce la calle peatonal sin mi padre que se quedó terminándose la suya.
No podía creerlo, allí estaban, compartiendo estantería con algunos de
los zapatillones de los 80.
No eran doradas
como las de Doc, pero qué más daba. Eran plateadas con el swoosh en
rojo, cordones rojos y eran alucinantes, parecían de tela ignífuga, como
de astronauta, yo qué sé, eran increíbles. Antes de nada pregunté el
nombre que me había tenido meses en vilo. El dependiente se rió y muy
amable me dijo: Nike Vandal. Le dije que me fuera sacando un 38 (mi
talla con 12 años) que iba pitando a buscar a mi padre. Salí corriendo
de la tienda y busqué a mi padre con la mirada. Ya estaba cruzando la
calle y por mi agitación sabía que las había encontrado. Entró conmigo
en la tienda y me las probé. Un guante pensé, me quedan como un guante.
En la caja figuraba un precio de 80 marcos alemanes (que hoy serían 40
euros), mucho para esa época en mi familia para unas zapas de puro
capricho. Pero mi padre me guiñó el ojo y sacó la cartera, porque al fin
y al cabo ese año había sacado unas notas muy buenas. Le prometí decir a
mi madre si preguntaba que habían costado 50 marcos (ya sabéis, esas
mentirijillas). Allí salí con ellas puestas más feliz que si me hubiera
tocado la lotería. Las llevé sin parar hasta que me quedaron pequeñas.
Mis amigos del colegio fliparon cuando aparecí con ellas en septiembre
el primer día de clase después de las vacaciones. Que cariño le cogí a
esa zapatilla.
Han sacado
algunas retro de las Vandal y más de una vez he estado tentado de
comprarme algunas, porque en los Factory se han podido encontrar a
precios realmente tentadores, pero aún no me he decidido a comprarlas,
quizá por no estropear el maravilloso recuerdo que tengo en mi memoria
de cómo eran.
Por Supercarmann
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